AUNQUE todavía existen sectores de la sociedad vasca que siguen sin entender lo que es el cooperativismo y la participación de las personas en las empresas, lo cierto es que uno de los aspectos por los que Euskadi destaca en el mundo como modelo único de referencia es, precisamente, por el éxito y el desarrollo que han tenido en este país las empresas denominadas de economía social. La experiencia del Grupo Cooperativo Mondragón se ha convertido en un modelo a imitar por las consecuencias positivas que tiene en lo que se refiere a creación de riqueza distributiva, generación de empleo y contribución al desarrollo de un país, pero todos los intentos que la han querido emular han fracasado, sobre todo en la puesta en marcha de cooperativas industriales y del sector terciario.
Y es que aquella idea visionaria que se le ocurrió al sacerdote José María Arizmendiarrieta para dar una salida a la situación depauperada que vivían sus vecinos no hubiera sido posible sin ese ADN que los siglos han impregnado en el carácter de los vascos que es la actitud del auzolan. Compartir el esfuerzo personal para que, en unión de los demás, conseguir objetivos comunes en favor de un colectivo, se ha convertido en una forma de entender la vida y el desarrollo de nuestra sociedad que demuestra, precisamente, su gran fortaleza, incluso en los momentos peores, como es la grave crisis en la que nos encontramos, hasta el punto de convertirse en un antídoto frente al discurrir de las sociedades anónimas. Es precisamente la crisis económica la que está poniendo a prueba, una vez más, a las cooperativas y al propio cooperativismo en sí.
El mundo que se mueve en la economía social en Euskadi está respondiendo a tan tremendo reto de carácter global como corresponde a su propio carácter: con trabajo, responsabilidad, sacrificio y visión de futuro. Con valores bien asentados, que no son sino la actualización de aquellos que instauraron los pioneros. En este Año Internacional del Cooperativismo, no estaría de más poner de relieve la importancia que las empresas de economía social suponen para el desarrollo del país y un reparto equitativo de la riqueza entre la ciudadanía, además de recordar el peso que las cooperativas tienen en nuestra economía, hasta el punto de constituir el primer grupo industrial de Euskadi y que se abre de forma natural a la internacionalización.
De las 83.000 personas que trabajan actualmente para Corporación Mondragón, 33.000 desarrollan su actividad en Euskadi, lo que significa el 3,5% de la población ocupada, y ello sin contar las 55.000 empleos que generan otras empresas de economía social no vinculadas al grupo. Unos datos que revelan que, 60 años después de su nacimiento, el cooperativismo y la participación en la empresas siguen estando vigentes.
